Pensamiento oriental y occidental: La geografía del pensar





Por Rodrigo Cáceres.

 ¿Te has preguntado si todos los seres humanos piensan de manera similar? Después de todo, pertenecemos a la misma especie y tenemos un cuerpo y un cerebro que compartimos en sus características básicas. Pues, la historia de las civilizaciones y la diversidad de prácticas y tradiciones nos dice algo distinto: ¿Por qué las tradiciones de Oriente son tan diferentes a las de Occidente? Por ejemplo, en Oriente no es raro que las personas se declaren seguidoras de tres o más religiones, tales como el budismo, el shintoismo o el confucianismo, mientras que en Occidente alguien que profesara más de una religión parecería absurdo e incluso hereje. ¿A qué se deben estas diferencias? 

Como respuesta a estas preguntas, el psicólogo cultural Richard Nisbett ha planteado que los occidentales y orientales difieren de manera profunda en sus modalidades de pensamiento, incluyendo supuestos básicos sobre la naturaleza del ser humano, de la causalidad, y de la influencia del contexto en la determinación de los eventos. En lo nuclear, Nisbett plantea que existe una diferencia en nuestros focos atencionales. En un experimento, Nisbett diseñó una ilustración de una pecera con un pez en primer plano y varios elementos en el fondo (algas, rocas, estrellas de mar), y la mostró a estudiantes de Asia Oriental y también a estudiantes estadounidenses, para luego pedirles que describieran las imágenes. Los estadounidenses fueron mucho más propensos a describir al pez principal y sus características, mientras que los orientales eran más propensos a describir la escena en su totalidad (la pecera) y sus elementos contextuales. 

La situación es tal como si fueramos cámaras con enfoques distintos, en donde los occidentales tendemos a enfocarnos y fijarnos en el primer plano, identificando así objetos discretos y describiendo sus propiedades, mientras que los orientales tienen el foco en el escenario total, y por ende tienden a notar más los elementos contextuales y a describir las relaciones que existen entre los elementos. 

Como Nisbett lo nota, estas diferencias de foco atencional o modalidades de enfoque se reflejan incluso en la sintaxis de los lenguajes, puesto que en los lenguajes indo-europeos los sustantivos suelen estar al inicio de una oración y ser el 'centro de atención' de una frase. Incluso en la estructura sintáctica aristotélica de sujeto-predicado, el sujeto es el foco y el predicado (que suele ser una acción), es relativo al sujeto, es lo que se dice sobre un sujeto. Al contrario, en las lenguas orientales, lo que suele estar al inicio de una frase es la identificación del contexto o del tema en cuestión, y el sujeto es, por ende, secundario y siempre relativo al contexto. Nisbett resume esto planteando que, por ejemplo, en "el idioma inglés tiene prominencia el sujeto", mientras que en contraste, "el coreano, el japonés y el chino son idiomas de prominencia temática". 

¿Cuáles es el origen de estas diferencias en modalidades de enfoque? 

Nisbett plantea que el origen de estas diferencias tiene un fundamento cíclico o circular. Argumenta que la estructura social de la Antigua China estaba muy orientada al cumplimiento de obligaciones sociales y familiares, y en la filosofía esto se reflejaba en una tematización de la importancia del comportamiento ético, la responsabilidad hacia las relaciones, la familia y la importancia de alinearse y buscar la armonía con el entorno. El autor plantea que se trata de un círculo ya que, en este caso, la estructura y las prácticas sociales orientales impulsan a que sus ciudadanos tengan una mayor atención al contexto y a las relaciones, y a su vez, esta mayor atención al contexto y las relaciones hace que la estructura social se reproduzca y extienda en el tiempo. Por esta razón, Nisbett lo describe como un sistema homeostático, es decir, un sistema circular que tiende a estabilizar una cierta modalidad de pensar y actuar durante siglos.

En fuerte contraste, la Antigua Grecia era una sociedad individualista con un gran sentido de la agencia individual y la persecución de metas personales. La tradición y práctica del debate, suponía un interés en el conocimiento como un bien en sí mismo, y en el desarrollo de la retórica y la lógica esto significó la imaginación de una naturaleza externa y objetiva respecto a la cual los diferentes argumentos en un debate pudieran evaluarse y resolverse. En lo filosófico, el atomismo fue una potente influencia al plantear que el mundo está hecho de unidades básicas, discretas, separables y descriptibles según sus atributos. El contraste es radical con la comprensión oriental, en que el mundo es un entramado de relaciones en que no hay 'cosas discretas' sino nodos en una trama de relaciones en la que importa buscar la armonía y el comportamiento ético. De manera similar, en la Antigua Grecia las prácticas sociales del debate, la retórica, la reflexión filosófica (que abrieron paso a la ciencia) y el sentido de agencia personal influencian en lo cognitivo una mayor atención a los objetos discretos y sus atributos o esencias, en detrimento de una atención al contexto y las tramas de causalidad múltiple.

¿Y esto qué consecuencias tiene? Por ahora me limitaré a señalar una consecuencia relevante respecto a nuestra relación hacia nuestra corporalidad.

Prácticas corporales

¿Qué diferencias existen en las tradiciones de práctica corporal entre Oriente y Occidente? La Antigua Grecia es conocida por haber iniciado la tradición de los juegos olímpicos, que es un sistema basado en la competición y en su mayoría se trata de individuos compitiendo contra individuos, en donde los valores que se promueven son el rendimiento físico, el trabajo y esfuerzo personal (y, por extensión, la fortaleza y resistencia), el alcance de una cierta meta y el espíritu competitivo. A simple vista, esta práctica calza perfectamente con la metafísica de la Antigua Grecia y su énfasis en la agencia personal y el alcance de objetivos por medio del esfuerzo propio. 

Las prácticas corporales de Oriente, en cambio, son de otro orden. Pensemos en la meditación, que en gran parte es una práctica de postura corporal. ¿Por qué no existe un campeón mundial de meditación? Pues porque el propósito de la práctica no tiene que ver con competir para ser el mejor, sino que tiene que ver con la contemplación, con el cultivo de emociones como la paz interior y con el auto-conocimiento. Prácticas como el Tai Chi y el Chi Kung también son prácticas de posturas corporales, e igualmente tienen un propósito que podríamos calificar de 'elevado' o 'espiritual'. El Chi Kung, por ejemplo, es una práctica basada en un cierto saber sobre la distribución de la energía en el cuerpo humano y sobre cómo hacer fluir esa energía para promover nuestro bienestar integral, ayudar a desbloquear ciertas zonas del cuerpo, practicar el movimiento consciente, entre otras. 

En lo filosófico y lo teológico, Occidente ha tenido una fuerte tradición de aversión hacia el cuerpo, pues es aquello que nos conecta al mundo animal, a la sexualidad, se lo ha pensado como un envoltorio material para el espíritu humano, la fuente de nuestros pecados, una carga con la que hay que vivir, y, en fin, una serie de teorías que muestran un profundo desdén por el cuerpo, que desde el enfoque atencional de Occidente es un objeto discreto y material separado de la mente y de otros objetos en el mundo. 

En las tradiciones de Oriente, el cuerpo está vivo y es nuestro sustrato energético, el medio por el cual fluye el Chi que nos conecta con el universo, y las prácticas de posturas y coreografías corporales tienen que ver con intentar un balance y conexión con los elementos (el cielo, la tierra, el agua) que componen al cosmos y nos otorgan un lugar en la totalidad, tal como si fuésemos antenas que necesitan canalizar los elementos y energías de las que el mundo moderno nos suele alienar profundamente.  

Referencias

Nisbett, R. (2004). The geography of thought: How Asians and Westerners think differently... and why. Simon and Schuster.

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