Platón y los psicodélicos: problemas de integración
Por Rodrigo Cáceres
1.
La experiencia enteógena de Platón
En años recientes,
investigadores y escritores han reconocido de manera creciente la alta
probabilidad de que el filósofo griego Platón haya tenido una experiencia
enteógena o psicodélica en el marco de los misterios eleusinos (Sjostedt-H, 2016), en
particular respecto a la hipótesis de que el brebaje kykeon que se
consumía en esta instancia estaba hecho en base al hongo del cornezuelo (claviceps
purpurea) que posee el alcaloide psicoactivo 'dietilamida de ácido lisérgico' o LSD (Hofmann &
Wasson 2013). La cuestión resulta de gran importancia puesto que Platón es
considerado el padre de nuestra filosofía (Berque, 2012), y su influencia ha
sido tal que el filósofo Alfred N. Whitehead ha señalado que “la tradición
filosófica europea … consiste en una serie de notas al pie de página de la
filosofía platónica”.
Los Misterios Eleusinos eran un conjunto de rituales religiosos y misterios iniciáticos que se celebraban en la antigua ciudad de Eleusis, cerca de Atenas. Estos misterios estaban dedicados a las diosas Deméter y Perséfone, y estaban entre los rituales religiosos más importantes y sagrados de la antigua Grecia.
Debido al poder que ha tenido la filosofía platónica en direccionar el pensamiento de Occidente, vale la pena preguntarnos -desde una conceptualización contemporánea- si Platón tuvo o no una buena integración de lo que esa experiencia enteógena de iniciación le reveló.
Una posibilidad inicial
sería preguntarnos sobre el origen de las nociones platónicas y si es que esta
experiencia en los misterios eleusinos fue la fuente de sus nociones, o bien si
Platón ya tenía estas nociones y la experiencia simplemente las fortaleció,
cristalizó o reformuló por medio de visiones, imágenes y modificaciones en su
estado de conciencia. Sin embargo, esta pregunta sobre el huevo o la gallina
nos distrae de la evidente similitud que existe entre sus descripciones de la
experiencia y la filosofía que desarrolla durante su vida. Podemos comenzar
poniendo atención en una de sus descripciones de su iniciación en los misterios
en el Fedro:
En este extracto ya surgen
dos nociones que son típicas en la filosofía de Platón. Por una parte, se
encuentra su teoría de las formas, ideas o esencias (“perfectas, simples,
llenas de calma y beatitud”) que se encuentran separadas del mundo sensible (kosmos
aisthêtos) en el cual nos encontramos en el cotidiano, donde rige el
cambio, el devenir, “la imperfección y los males”. Según el relato de Platón,
la iniciación significaba una ‘admisión’ a la contemplación de las esencias
perfectas, por lo que subyace la idea de una transición o entrada a otro
dominio distinto del cotidiano. Por otra parte, se encuentra la temática de la
aversión o rechazo al cuerpo -clásica en Platón- entendido como una prisión de
la cual logró liberarse temporalmente durante la experiencia de iniciación. A
continuación examinaremos más en detalle su teoría de las formas o esencias.
2. El ser por sobre
el devenir
Según Berque (2012), el Timeo
representa la obra más emblemática de Platón, siendo precisamente el libro que
sostiene en la mano en el fresco de la Escuela de Atenas, que Rafael Sanzio
pintó en el palacio de Julio II en el Vaticano. En esta obra, Platón ofrece una
comprensión del origen del mundo y su composición, planteando que el mundo está
hecho de tres cosas: (i) el ser absoluto (ontôs on), (ii) el ser
relativo o genesis, y (iii) la chôra. El ser absoluto o verdadero
es el reino de las formas e ideas platónicas, que son eternas, perfectas y
existen más allá del tiempo y del espacio[1]. El ser
relativo o genesis, por su parte, es descrito como un reflejo o una
imagen (eikôn) del ser absoluto. Genesis conlleva justamente la
noción de ‘nacimiento’ y refleja el carácter cambiante, transitorio e
imperfecto que tiene el mundo sensible, de manera que la genesis no ‘es’
verdaderamente sino que su ser es relativo al tratarse de una proyección del
‘ser absoluto’, que realmente es. Por último, se encuentra la chôra, que,
entre sus distintas acepciones en griego antiguo, se encontraba la de un
‘espacio rural’ que alimenta al centro urbano (astu) de la polis. De esta
manera, en el Timeo la chôra es la contraparte o medio existencial de la
genesis, de tal manera que posteriormente Platón compara la chôra
a la madre o matriz, la genesis al hijo y el ser absoluto al padre.
Augustin Berque resume esto planteando
que:
Detrás de esta separación
ontológica entre lo que es idéntico a sí mismo y lo que cambia, Platón
manifiesta explícitamente su preferencia por el ser y su desconfianza de lo
cambiante:
Lo particular de este último
extracto es que añade asociaciones de estos dos dominios (el ser y el devenir) a
respectivos dominios experienciales: ‘aquello que siempre es’ es
inteligible o comprensible por medio del razonamiento, mientras que ‘aquello
que deviene continuamente’ se asocia a la sensibilidad corporal, tildada de
‘irracional’. Lo cual nos conduce a la dimensión del rechazo del cuerpo clásica
de Platón.
3. El rechazo del cuerpo
Con esta clase de categorizaciones Platón inicia lo que ha sido llamado una tradición de somatofobia (del griego soma, cuerpo y phobia, aversión) que se repite en autores como San Agustín, René Descartes, Immanuel Kant y que suele ser reproducida en distintas medidas por las variadas corrientes del cristianismo.
Para Platón, el cuerpo era experimentado como algo "ajeno", "una fuente de innumerables distracciones", "nos llena de amores, lujurias, miedos [...] y un sinfín de tonterías", "nos impiden en la búsqueda de la verdad", "nos quita el poder de pensar". Para René Descartes, "el cuerpo es la envoltura material bruta para el ser interno y esencial" , "tan mecánico en sus operaciones como una máquina, es, de hecho, comparable a la existencia animal". Por último, para San Agustín, el cuerpo era constantemente un "enemigo", una "prisión" o "jaula", una "amenaza" para nuestro razonar.
La escritora Susan Bordo resume: "Los tres, Platón, San Agustín y, más explícitamente, Descartes, brindan instrucciones, reglas o modelos de cómo obtener el control del cuerpo [...] con el objetivo final de lograr independencia intelectual del atractivo de las ilusiones del cuerpo, volverse insensible a sus distracciones y, lo más importante, matar sus hambres y deseos." (Bordo, 1995, p.144-145).
Por otra parte, Nietzsche designa al cristianismo precisamente
como “platonismo para el pueblo” en la medida en que la filosofía de Platón
prefigura significativamente la concepción cristiana de Dios como forma perfecta
separada del mundo terrenal. De esta manera, el espíritu que anima al
cristianismo sería similar al que animó a Platón, respecto a la tendencia a
negar ciertas dimensiones de la existencia (lo corporal, lo sexual, lo
cambiante, lo emocional) y privilegiar una dimensión perfecta, eterna y libre
de las limitaciones terrenales que nos afligen.
4.
El
rechazo del símbolo
Según
Berque (2012), una de las facetas principales del pensamiento que se instaura
con la filosofía de Platón es el ‘principio de identidad’, resumido en el
aforismo de su maestro Parménides, “lo que es, es”. Lo particular de este
principio es que, como lo nota Heidegger en Ser y Tiempo, manifiesta una
preferencia implícita por el presente en desmedro del futuro y el pasado. Por
otra parte, pensar desde el principio de la identidad implica que aquellas
cosas que son ambiguas, ambivalentes o no literales, como una metáfora, un
símbolo o un poema, son descartadas o desdeñadas en la medida en que no son
idénticas a sí mismas, pues pueden ser una cosa y la otra al mismo tiempo,
dependiendo de la interpretación o de la perspectiva. Por esta razón, Platón
destierra a los poetas de su República, puesto que los poetas son justamente la
gente del símbolo y la ambivalencia. En sus propias palabras, el destierro de
los poetas ocurre ya que “el logos nos lo hacía un deber” (ho gar logos hêmas hêrei, República I).
Un
símbolo es justamente aquello cuya interpretación no está previamente
determinada, cuyo camino no está trazado sino hasta que se selecciona un cierto
rumbo de acuerdo a ciertas condiciones contingentes. De acuerdo a Berque, la
apertura y ambivalencia del símbolo es algo que queda excluido con el
pensamiento de Platón, el cual en cambio prefiguraría el mecanicismo moderno,
que Berque sugiere al hablar de una “República de las máquinas” y de un
“mundo mecánico, sometido al reino de la identidad … el mecanicismo moderno,
cuyo ideal es la iteración de lo mismo (la repetición de A), nunca deja de
erradicar la simbolicidad del mundo; es decir, de deshumanizarlo, ya que los
sistemas simbólicos son inherentes a la existencia humana.”
5.
Alcances
de integración en Platón
Ellis
(2019) define a la integración como “el proceso de unificación de deseos,
significados y creencias previamente opuestos. La integración es posible al
evitar los absolutos y el conflicto que estos crean”. Desde esta perspectiva,
podemos argumentar que para Platón el identificarse y sostener la teoría del ‘ser
absoluto’ y las formas perfectas lo conduce a la activación sostenida de
conflictos internos respecto al rechazo de su corporalidad, de la
transitoriedad y la ambivalencia, que son aspectos básicos de nuestra
existencia en el mundo sensible. Adicionalmente, por la vasta influencia que ha
tenido su filosofía, estos conflictos y frenos a la integración se han
reproducido históricamente, tomando forma a partir de distintas tradiciones
filosóficas y teológicas que se han construido sobre los cimientos de la filosofía platónica, o como lo sugiere Alfred N. Whitehead, como sus "notas a pie de página".
Una
comparación interesante puede ser hecha con el Buda, quien al dejar los lujos
de la vida en el palacio que lo vio nacer y partir a la vida en el bosque, llega primero
con dos maestros espirituales con los cuales aprende cómo alcanzar estados de
alta absorción meditativa, llamados jhanas, como por ejemplo el jhana de
‘la base que consiste en el espacio ilimitado’ y el de ‘la base que consiste en
la consciencia ilimitada’ (Ellis 2019), los cuales podrían ser similares a las esencias perfectas contempladas por Platón. Sin embargo, finalmente el Buda deja
atrás a estos maestros y sus estados expansivos con la idea de que estos
estados no son todo lo que hay y no eran el camino que él quería perseguir. En seguida, el Buda se une a un grupo de ascéticos que practican la auto inanición
y vive en carne propia las consecuencias de la delgadez extrema y la desnutrición, para
finalmente dejar atrás a los ascéticos y reconocer un camino medio entre
ambos extremos, implicando la aceptación total del cuerpo como parte inherente de la experiencia humana. Para el Buda el cuerpo humano y sus limitaciones son reconocidas como una parte ineludible de nuestra existencia, además de situar a la atención plena al cuerpo como una práctica importante en el camino del dharma. En palabras del Buda:
"Hay una cosa, bikkhus, que, cultivada y practicada regularmente, conduce a un profundo sentido de urgencia ... a la paz suprema ... a la atención plena y la comprensión clara ... al logro de la visión correcta y conocimiento ... a la felicidad aquí y ahora ... a la realización de la liberación por la sabiduría y el fruto de la santidad: es la atención plena al cuerpo".
Así, de acuerdo a la definición de integración ofrecida por Ellis, la experiencia psicodélica o del ‘misterio’ vivida por Platón habría sido utilizada para sostener un absoluto perfecto (las esencias eternas) respecto al cual las limitaciones y ambivalencias de la experiencia son rechazadas y, por ende, se vuelven la fuente de un conflicto de trascendencia histórica en Occidente.
Referencias
Berque,
A. (2012). La chôra chez Platon. Espace et lieu dans la pensée
occidentale, 13-16.
Bordo,
S. (1995). Unbearable Weight. Berkeley and Los Angeles.
Ellis,
R. M. (2019). The Buddha's Middle Way: Experiential Judgement in His Life
and Teaching.
Guthrie,
W. K. C. (1965). A History of Greek Philosophy; vol. II: The Presocratic
Tradition from Parmenides to Democritus. Les Etudes Philosophiques, 22(1).
Hofmann,
A., & Wasson, R. G. (2013). El
camino a Eleusis: una solución al enigma de los misterios. Fondo de Cultura
Economica/Mexico.
Sjöstedt-H,
P. (2016). The psychedelic influence on philosophy. High Existence, 8.
[1] Nótese que la pérdida de
nociones de tiempo y espacio son sucesos posibles en la fenomenología de
experiencias enteógenas.
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