Historia, evolución y evidencia antropológica sobre hongos visionarios
Los hongos psilocibios han sido utilizados desde tiempos ancestrales por culturas mesoamericanas como los mayas, mazatecos, zapotecas, capachas, entre otros. Algunas de éstas, como los mazatecos, continúan sus tradiciones de uso ritual de hongos psilocybe en la actualidad. En estos contextos, los hongos psilocybe reciben distintos nombres: ndi xijtho (‘pequeños que brotan’), hongos visionarios, hongos sagrados, niños santos, teonanácatl (que significa ‘carne de los dioses’) o teyhuinti-nanácatl (‘hongo embriagante’). De acuerdo al país también reciben otros nombres populares como hongos de San Isidro (México), cucumelos (Argentina, Uruguay), cogumelos (Brasil), hongos mágicos y hongos alucinógenos.
La etnomicología es la disciplina
que estudia la relación entre los hongos y los seres humanos, una relación que
es tan antigua como la humanidad misma. El matrimonio de Robert Gordon Wasson y
Valentina Pavlovna fueron quienes hicieron contribuciones pioneras a la
etnomicología, estudiando la relación que distintas culturas mantienen con los
hongos a lo largo de la historia (tanto sociedades aborígenes como modernas).
Fruto de sus estudios identificaron dos principales tipos de relación con el
reino fungi. Por una parte existen sociedades micofóbicas (del latín phobia
y mico: aversión a los hongos), en las cuales los hongos son rechazados
y asociados a la muerte, la intoxicación, el veneno e incluso a figuras como
demonios. Por otra parte, existen sociedades micofílicas (del latín philia
y mico: atracción o amor por los hongos) que mantienen una relación
positiva hacia los hongos, ya sea considerándolos como una fuente de alimento,
como medicina o bien como seres sagrados con los que se tienen experiencias ‘espirituales’
o de comunión con lo divino, lo cual se refleja en sociedades donde algunos hongos
son sagrados y donde las setas se encuentran representadas en artefactos como
cerámicas, esculturas, imágenes, etc.
Historia
Siguiendo al micólogo Paul
Stamets, Oscar Parés identifica cinco etapas principales en la historia de la
relación entre los hongos psicoactivos y los seres humanos. El siguiente
retrato histórico busca detallar y reformular estas distintas etapas de acuerdo
a un análisis de la bibliografía disponible.
ETAPA 1: Uso ancestral
La primera etapa corresponde al uso de
estos hongos por parte de nuestros ancestros prehistóricos, lo cual se
manifiesta en la presencia de pinturas y artefactos arqueológicos encontrados especialmente
en Mesoamérica, Siberia, Norteamérica y África.
La idea de la relación ancestral
con los hongos psicoactivos durante la evolución humana tuvo una de sus primeras
expresiones públicas al ser sugerida por Gordon Wasson en la revista Life
luego de haber consumido hongos psilocybes en México:
En el pasado evolutivo del
hombre, mientras buscaba a tientas la salida de su humilde pasado, debe haber
llegado un momento en el tiempo en que descubrió el secreto de los hongos
alucinatorios. Su efecto sobre él, tal como yo lo veo, solo pudo haber sido
profundo, un detonador de nuevas ideas. […] Cuando tenemos en cuenta el
sentimiento beatífico de asombro y éxtasis y caritas producido por los
hongos divinos, uno es alentado hasta el punto de preguntarse si no habrán
sembrado en el hombre primitivo la idea misma de un dios. (Wasson, 1957)
Años más tarde, esta teoría sería elaborada más en detalle por Terence Mckenna en la llamada ‘teoría del mono dopado’, presentada en su libro ‘El manjar de los dioses’. Este autor sugiere que por circunstancias ineludibles nuestros ancestros homínidos debieron haberse encontrado con hongos coprófagos como los psilocybe cubensis brotando de las heces del ganado silvestre que perseguían, y haberlos consumido por hambre o curiosidad. En seguida, Mckenna va más allá al proponer que el consumo repetido de hongos psilocybe habría sido un factor importante como ventaja adaptativa para sus consumidores al facilitar aspectos como la agudeza visual, fomentar la cohesión social por medio de experiencias transcendentales (que serían el origen común de la religión) y habría jugado un rol relevante en el surgimiento y sofisticación del lenguaje y la autoconsciencia.
Si bien estas
aseveraciones son bastante profundas y, por ende, discutibles, el postulado
básico se mantiene firme: debido a las condiciones paleoecológicas y la
paleodieta de nuestros ancestros, es inevitable que se hayan encontrado con
hongos psilocybe y muy probable que los hayan consumido por hambre y recibido
el beneficio de sus acciones terapéuticas y sus efectos pro-sociales (Arce y Winkelman 2021). En qué
medida este consumo prolongado en el tiempo haya afectado el rumbo de la
evolución humana y la sofisticación del cerebro humano, por cierto, es una
cuestión sumamente abierta a la especulación y es improbable que se llegue a un
consenso en el corto a mediano plazo debido a la escasez de evidencia sobre la
dieta de nuestros ancestros homínidos.
Entre los registros arqueológicos más antiguos encontramos los llamados ‘hombres de Tassili’ que se encuentran ilustrados en una cueva al sur de Argelia, ubicada en el actual parque nacional Tassili N'Ajjer. En esta pintura aparece una seguidilla de hombrecillos con setas en sus manos y una especie de línea punteada que conecta la seta con la cabeza de quien lo sostiene. Según Samorini, este hilo conector sugeriría la psicoactividad de los hongos, es decir, que están actuando en la cabeza de los hombrecillos.
En las cuevas de Tassili se encuentra además una figura humanoide que sostiene varias setas en sus manos y donde muchas otras brotan por todo el contorno de su cuerpo. Se ha sugerido que debido a la máscara de este personaje, podría haber sido un tipo de proto-chamán prehistórico.
En Mesoamérica también se
encuentran múltiples artefactos prehistóricos como figuras con cabeza de hongo,
representaciones de personas ingiriendo hongos (como en el Códice
Magliabecchiano), entre otras. Por otra parte, los relatos disponibles sobre el
consumo de hongos han sido recuperados de bitácoras de viaje de frailes y
relatores provenientes de Europa durante el proceso de colonización de
Mesoamérica entre los siglos XVI y XVII. En el caso de la representación de
consumo de hongos en el Códice Magliabecchiano, que fue creado en el período
colonial temprano, Palma y otros explican que:
en el mismo se describe la ingestión
del teonanacatl, “se les hizo ver a los indios que el comer esos “hongos del
demonio” estaba prohibido y que por ello dibujaran el diablo al lado de los
hongos”. Pero al no conocer los indios el diablo, dibujaron atrás de quien
consumía el hongo verde a un personaje “maligno” que bien podría ser el “dios”
del hongo o Mictlantecuhtli el señor del Mictlán, no se sabe. Gastón Guzmán
identificó el hongo verde del Códice Magliabecchiano con Psilocybe
zapotecorum, especie sagrada común en México. (Palma et al 2020, p.180)
Otro caso es el del fraile domínico
Diego Durán, quien informó que durante la coronación del emperador azteca en
1486 se sirvieron setas conocidas como «carne de los dioses». El Dr. Francisco
Hernández, protomédico del rey de España, describió setas que «cuando se
ingieren causan no la muerte sino una locura que, en ocasiones, es duradera, y
cuyo síntoma es una especie de ataque de risa incontrolable […]. Hay otras que
traen ante sus ojos visiones de todo tipo, tales como guerras e imágenes del
demonio». El fraile franciscano Bernardino de Sahagún (1499-1590) aportó la
siguiente descripción más detallada del consumo de setas:
Se comieron estas pequeñas setas
con miel, y cuando empezaron a estar alterados, se pusieron a bailar, algunos a
cantar, otros a llorar […]. Algunos no querían cantar pero se sentaron en sus aposentos
y allí se quedaron como en estado contemplativo. Algunos se vieron a sí mismos muriéndose
en una visión y lloraban; otros se vieron siendo devorados por una bestia
salvaje […]. Cuando la intoxicación por las pequeñas setas había pasado,
comentaron las visiones que habían tenido.
Como ha sido comentado, buena
parte de estos informes coloniales están sesgados por el prejuicio y el rechazo
de las plantas psicoactivas por parte de la iglesia católica. Estas prácticas
rituales y de embriaguez divina con plantas psicoactivas era una parte
importante de la conexión que las culturas mesoamericanas tenían con sus dioses
y sus símbolos, que a los ojos de la iglesia eran cultos paganos,
supersticiosos o ‘diabólicos’ que era necesario erradicar y reorientar al
camino de la evangelización.
De esta manera, con el avance de
la colonización, despojo y genocidio liderado por la corona española, muchas de
estas prácticas de uso de sustancias psicodélicas fueron prohibidas y
estigmatizadas por la iglesia católica. Así, esta primera etapa de uso
ancestral y socialmente aceptado terminaría con el inicio de la Inquisición
Española a inicios del siglo XVII, al declarar en el año 1620 el consumo de
plantas embriagantes y el culto a los dioses indígenas como una herejía,
castigada con pena de muerte. Como lo aseguran Palma y otros (2020): “la
iglesia persiguió sin descanso los cultos enteógenos mexicanos. Fanáticos
intolerantes como Hernando Ruiz de Alarcón llegaron incluso a torturar a
chamanes indios en un intento de conseguir los secretos de sus “diabólicos”
ritos”. (p.182).
ETAPA 2: Inquisición y olvido
La persecución activa de la
iglesia al uso de plantas y hongos psicodélicos desde el siglo XVII llevaron a
estas prácticas a la marginalidad, pues buscaban eliminar lo que ellos denominaban
como ‘prácticas supersticiosas, idolatrías y hechicerías’ de los indígenas.
Esto terminó causando que en los siglos que siguieron la Inquisición, los
registros de uso de estas sustancias desaparezcan del radar histórico y pasen
al olvido. Como lo señalan Palma y otros:
“Lo cierto es que en los tres
siglos posteriores no tenemos prácticamente ningún dato acerca de este culto a
los hongos, e incluso se llegó a dudar de la existencia de los mismos dentro de
las ceremonias rituales, negando su existencia e identificándolos con el peyote”
(p.183).
Las comunidades que lograron
preservar estas tradiciones de uso ritual de hongos las mantuvieron,
naturalmente, con un mucho mayor grado de reserva y discreción dado el riesgo
que representaba para ellos el continuar estas prácticas. Como lo comenta Anja
Loizaga-Velder:
“…los conquistadores españoles fueron muy duros para reprimir el uso ceremonial de plantas y hongos sagrados. Y las personas que continuaban con esas prácticas lo hacían a pesar de que amenazaba su vida… por la gran importancia que tenían esas plantas y hongos para las prácticas religiosas y medicinales, esas prácticas han sobrevivido, sobre todo en algunas regiones muy remotas de México.”
ETAPA 3: Inicios de la
etnomicología
La etapa 3 se da inicio con los
extensos estudios del matrimonio de Valentina Pavlovna y Robert Gordon Wasson
sobre los hongos visionarios alrededor del mundo (especialmente en Rusia,
Estados Unidos y Mesoamérica) y sus referencias a los signos de micofilia y
micofobia en distintas culturas. La historia cuenta que ellos comenzaron a
interesarse en los hongos a partir de una experiencia durante unas vacaciones
en que notaron las grandes diferencias de percepción que tuvieron hacia los
hongos cuando los encontraron: Valentina (de origen ruso) estuvo muy feliz de
encontrarlos, le parecían muy bellos y conocía sus nombres y usos, mientras que
a Robert (estadounidense) le generaban más rechazo y desconfianza. En el relato
del mismo Wasson:
“En aquel hermoso primer
atardecer de nuestras vacaciones en las Catskills salimos a deambular por un
sendero, paseando asidos de la mano, felices como alondras, disfrutando la
plenitud de la vida. A nuestra derecha había un calvero y a la izquierda el
bosque. De pronto Tina se desprendió de mi mano y se precipitó en la floresta.
Había visto hongos; una multitud de hongos, hongos de muchas clases, que
poblaban el suelo del bosque. Gritó encantada con su belleza. Los llamaba a
cada uno con un afectuoso nombre ruso. No había visto tal profusión de hongos
desde que dejó la dacha de su familia cerca de Moscú, casi un decenio antes.
Tina se prosternó ante
aquellas setas, en actitudes de adoración semejantes a las de la Virgen
mientras escuchaba al Arcángel de la Anunciación. Comenzó a recoger algunos de
los hongos en su delantal. Le advertí: «¡Regresa, regresa acá! Son venenosos,
hacen daño. Son setas. ¡Ven acá!» Sólo conseguí hacerla reír más: sus festivas
carcajadas sonarán por siempre en mis oídos.
Esa noche Tina aderezó la sopa
con hongos y guarneció la carne con otras setas. Ensartó otras más en ristras
que colgó a secar para su consumo durante el invierno, según dijo. Mi
desconcierto fue total. Esa noche no probé nada que tuviese hongos. Desesperado
y profundamente preocupado me dejé llevar por ideas descabelladas: le dije que
al día siguiente, cuando me levantara, sería viudo. Era ella quien tenía razón;
no yo”. (Hofmann, Wasson & Ruck 1980, p.12)
Esta experiencia marcó
profundamente a la pareja, por lo que decidieron investigar durante sus tiempos
libres por qué existía esta diferencia tan flagrante en sus maneras de percibir
los hongos y los orígenes culturales de esta diferencia. Como lo comenta
Wasson:
Nuestro método fue recopilar toda
la información que pudimos sobre la actitud hacia los hongos silvestres de los
pueblos indoeuropeos y vecinos. Tratamos de determinar las clases de hongos que
conoce cada pueblo, los usos que se les da a estas clases, los nombres
vernáculos que se les dan. Indagamos en la etimología de esos nombres, para
llegar a las metáforas escondidas en sus raíces. Buscamos hongos en mitos,
leyendas, baladas, proverbios, en los escritores que se inspiraron en el
folclore, en los clichés de la conversación diaria, en la jerga y los recovecos
delatores de los vocabularios obscenos.
A partir de estos estudios sobre
el lugar que ocupan los hongos en distintas culturas, tomaron conocimiento de una
comunidad en la sierra mazateca, particularmente en la ciudad de Huautla de
Jiménez, que sostenía ‘veladas’: rituales con hongos psilocybe que se
realizaban durante la noche. Debido a su profundo interés por estos hongos
visionarios, Robert Wasson realizó una expedición a la sierra mazateca
(financiada por el proyecto MK-Ultra) junto a Allan Richardson, fotógrafo; y
participó en una velada dirigida por María Sabina, una chjota chine (que
significa persona de conocimiento, sabia) en la noche del 29 de junio de 1955.
Luego de este encuentro y las poderosas visiones que marcaron a Wasson, publicó
un artículo sobre los hongos psilocybe en la famosa revista estadounidense Life
titulado “En busca del hongo mágico”, en la cual muestra fotografías
de la velada, así como una serie de ilustraciones de los hongos psilocybes que
encontraron en la sierra mazateca, realizadas por el micólogo francés Roger
Heim, quien acompañaba a Wasson en estas expediciones. Como lo comenta Wasson
en este artículo:
Habíamos venido desde lejos para
asistir a un rito de hongos, pero no esperábamos nada tan asombroso como el
virtuosismo de las curanderas y los asombrosos efectos de los hongos.
Richardson y yo fuimos los primeros hombres blancos en la historia registrada
en comer los hongos divinos.
Al publicarlo, Wasson desobedeció
la petición de María Sabina de no divulgar las fotografías tomadas durante la
velada. Así, este artículo publicado masificó la atención sobre estos
misteriosos hongos, impulsando la llegada de una oleada de turistas que
buscaban la experiencia con el ‘hongo mágico’. Como consecuencia de este
influjo de hippies y la desaprobación de las autoridades mexicanas, María Sabina
fue perseguida y encarcelada por el gobierno mexicano y estuvo varias veces en
peligro de muerte. Como lo narra María Sabina,
Algunos de estos jóvenes, me
buscaban para que yo me desvelara con el pequeño que brota. “Venimos a buscar a
dios”, decían. Para mí era difícil explicarles que las veladas no se hacían con
el simple afán de encontrar a dios, sino que se hace con el propósito único de
curar las enfermedades que padece nuestra gente. Estos jóvenes, rubios y
morenos no respetaron nuestras costumbres. Nunca, que yo recuerde, los niños
santos fueron comidos con tanta falta de respeto. Para mí no es un juego hacer
veladas. Quien lo hace para sentir simplemente los efectos, puede volverse loco
y quedar así temporalmente. Nuestros antepasados siempre tomaron los niños
santos en una velada presidida por un sabio”. (Estrada 1977)
Luego de esta expedición en que Wasson
junto a Roger Heim, un reconocido micólogo francés, recolectaron ejemplares de
hongos psicoactivos, recibió la ayuda del químico Albert Hofmann, quien logró
identificar y aislar dos principios activos de los hongos: la psilocibina
(4-fosforiloxi-N,N-dimetiltriptamina) y la psilocina
(4-hidroxi-N,N-dimetiltriptamina).
ETAPA 4: Uso recreativo,
prohibicionismo y degeneración del uso tradicional
La cuarta etapa histórica es la
que se abre a partir del encuentro entre estos dos mundos, la comunidad
indígena mazateca y los occidentales. Sobre este punto, las distintas
narrativas que se han armado en torno a este encuentro muestran las
divergencias existentes a nivel de cosmovisión entre estas sociedades. Por una
parte, se ha descrito este encuentro como el ‘descubrimiento’ de los hongos
psilocybe, lo que haría de Wasson una especie de Cristóbal Colón contemporáneo
de los hongos psicoactivos. Sin embargo, en el caso de Colón son ya conocidas
las críticas que se han indicado respecto a que las narrativas de
‘descubrimiento’ y ‘evangelización’ en realidad están atravesadas por procesos
de despojo, violencia, extractivismo, apropiación y establecimiento de
jerarquías de poder y conocimiento. Y este tipo de derivas extractivistas y
mercantiles también las encontramos como consecuencia de este encuentro entre
Wasson y María Sabina (Alcántara 2021). Como lo comenta la editorial Libros
Enteogénicos:
“Contemos la historia de la
psicodelia una vez más, pero de otra manera: esta —hoy llamada— ciencia
comienza con la alianza entre un hombre de negocios y un técnico químico,
Gordon Wasson y Albert Hofmann. El mercader y el técnico, ahí los tenemos. Y el
pretendido diálogo antropológico-etnográfico con la chamanesa tuvo más bien una
deriva colonial-extractivista, por más romanticismo que queramos acuñarle.”
Es a partir de este conocimiento ancestral de los pueblos indígenas que la ciencia moderna ha obtenido nociones
básicas del entorno terapéutico de esta sustancia, a pesar de que las
narrativas dominantes en realidad no reconozcan este legado ancestral, dando la
impresión de que la historia de los psicodélicos comienza en los años 50-60 en
suelo estadounidense, señal de un etnocentrismo a ultranza y de una falta de
conciencia histórica.
Por una parte, la síntesis de
psilocibina sintética por parte de Albert Hofmann le ofreció a la psilocibina
un camino similar al LSD: fue enviado a distintos institutos psiquiátricos para
que buscasen aplicaciones médicas y terapéuticas de esta molécula. Durante esta
época, el paradigma psicomimético era la visión dominante respecto a
estas sustancias en la ciencia médica, el cual suponía que sustancias como el
LSD y la psilocibina emulaban episodios de psicosis en individuos sanos y que,
por ende, podía ser utilizada como modelo para la comprensión de trastornos
psiquiátricos como la esquizofrenia (Pollan 2018).
A partir de la experiencia de
Wasson y su popularización, personajes famosos como Timothy Leary y Richard
Alpert consumen estos hongos en México y posteriormente inician el ‘proyecto
psilocibina’ en la Universidad de Harvard, que buscaba estudiar estas
experiencias científicamente y que administró psilocibina sintética a 175
personas. Entre otros factores, debido a la masiva influencia de Timothy Leary
y su consigna de que todas las personas consumieran psicodélicos, los Estados
Unidos declararon la prohibición de estas sustancias y su persecución con la
redacción del acta de sustancias controladas (Controlled Substances Act).
En esta época aparecen ciertos
proyectos como el MK-Ultra de la CIA que buscaban emplear drogas como el LSD
para el control y manipulación mental, que buscó (pero no logró) hacerse de los
hongos psilocybe para sus experimentos.
En el año 1976, los hermanos Terence y Dennis Mckenna luego de haber realizado un viaje al Amazonas en búsqueda de psicodélicos y consumido repetidas veces hongos psilocybe, lograron desarrollar una técnica de cultivo estándar para poder obtener estos hongos básicamente en cualquier lugar. Publicando bajo pseudónimos, lanzaron un pequeño libro que brindaba "instrucciones precisas e infalibles para cultivar y preservar el hongo mágico"—Stropharia cubensis— "no solo uno de los hongos alucinógenos más fuertes, sino también uno de los más extendidos y fácilmente disponibles". Psilocybin: Magic Mushroom Grower's Guide, es el pequeño libro que publicaron, el cual comenzaba con un prólogo de tres páginas que explicaba que, aunque los métodos de su libro eran científicos, "nuestras opiniones sobre Stropharia cubensis no lo son". Al año siguiente, Steven Pollock también publica una guía de cultivo de hongos psilocybe, titulada “Magic Mushroom Cultivation”.
Ambos libros fueron de gran
influencia y aportaron a la investigación y desarrollo de métodos de cultivo
para hongos psilocybe, que permitió una mayor producción y disponibilidad de
estas sustancias, además del avance de las tecnologías de cultivo. Desde entonces, la posibilidad del cultivo de hongos psilocibios de manera independiente naturalmente ha facilitado mucho la creciente democratización del acceso a estos hongos.
ETAPA 5: Medicalización y
mercantilización de los hongos psilocybe. Estudios clínicos con psilocibina y
capitalismo psicodélico
Luego de un par de décadas de
prohibicionismo luego del movimiento contracultural en Estados Unidos asociado
al uso de LSD y otras sustancias psicoactivas, aproximadamente desde 1990 ha
resurgido el interés clínico y científico por las potenciales aplicaciones
terapéuticas de distintas sustancias psicodélicas, entre ellas la molécula de
psilocibina, dando inicio al diseño y aplicación de distintos estudios clínicos
para entender los efectos y la acción de esta molécula.
Los principales centros de
investigación activos en investigación con psilocibina son el Johns Hopkins
Institute en Inglaterra, en particular en el Center for Psychedelic &
Consciousness Research (creado en 2019), cuyo exponente más reconocido es
Roland Griffiths. En el Imperial College London se encuentra el Center for
Psychedelic Research (creado en 2019) dirigido por Robin Carhart-Harris. En la
Universidad de Zürich, Suiza se encuentra el equipo de Franz Vollenweider
enfocado en el estudio de la neurobiología de los psicodélicos. En Estados
Unidos encontramos el NYU Center for Psychedelic Research, cuyo exponente más
mediático es Stephen Ross. En la Universidad de Leiden, Holanda, existe un
grupo de investigadores que han realizado experimentos sobre microdosis de
psilocibina (van Elk, Prochazckova). Algunos de estos centros de investigación
han sido apoyados financieramente por instituciones sin fines de lucro como la
Fundación Beckley (Inglaterra) y el Usona Institute (EE.UU).
Con el aumento de evidencia
científica sobre los beneficios de la psilocibina, también ha aumentado en el Norte Global la
inversión y la aparición de empresas de farmacéutica psicodélica. Como lo señala la Editorial Libros Enteogénicos, "solo en 2020,
seis de estas empresas han entrado al mercado bursátil de Estados Unidos, y
desde los movimientos de activismo psicodélico existe una preocupación por esta
oleada de inversión y búsqueda de mercantilizar y capitalizar estas
oportunidades de negocio en el consumo de psicodélicos. El registro de nuevas
patentes comerciales para variantes de psilocibina sintética muestran los
intereses por privatizar el acceso a esta sustancia y convertirla en un
producto de élite." (Editorial Libros Enteogénicos).
En América Latina, es bastante poco lo que se sabe sobre los usos actuales de los hongos psilocibios. Sin embargo, no cabe duda que los estudios clínicos han hecho crecer el interés sobre estas medicinas y cada día más personas están queriendo acceder a estos hongos o bien buscan terapeutas que los faciliten; y a su vez terapeutas que buscan formaciones para poder facilitar estas sustancias. Dado que en América Latina ya existe una larga tradición de uso de sustancias psicodélicas como la ayahuasca y el San Pedro, los usos de hongos psilocibios en cierta medida están recibiendo esa herencia en cuanto a los diseños, cuidados y formas que buscan el respeto por estas medicinas y su relación desde una perspectiva espiritual.
Como comentario final, resulta importante reconocer la historia de esta relación con los hongos visionarios y su uso ancestral cuando nos disponemos a consumir estos hongos, pues ya existe una relación y un conocimiento antiguo vinculado con el culto a los hongos sagrados y a la naturaleza. Abstraernos de esta perspectiva indígena y abordar a los hongos desde una perspectiva moderna puede terminar mercantilizando e instrumentalizando estas sustancias como ‘potenciadores de productividad’, tal como se están utilizando actualmente en contextos modernos como en Silicon Valley, donde se los emplea para servir propósitos capitalistas de productividad, innovación y eficiencia que reproducen las dinámicas y estructuras que nos han puesto en la actual crisis global y nos alienan del mundo natural, poniéndonos en una carrera para producir y extraer que no cuestionan estas estructuras que están causando la crisis ecológica planetaria.
Referencias
Alcántara, S. P. (2021). Siguiendo al hongo mágico y la
utopía psicodélica. Entre la mercantilización y la medicalización de los hongos
psilocibes. Recurso impreso, recurso electrónico.
Arce, J. M. R., & Winkelman, M. J. (2021). Psychedelics, Sociality, and Human
Evolution. Frontiers in Psychology, 12. https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2021.729425/full
Bouso, J. C. (Ed.). Psilocibes: the mushrooms. ICEERS. https://www.researchgate.net/profile/Jose-Carlos-Bouso/publication/331400061_Psilocibes_-the_mushrooms-/links/5c77c488458515831f75e431/Psilocibes-the-mushrooms.pdf
Paper
España economic botany-http://www.psilosophy.info/resources/562a1f5d08ae22b170316a67.pdf
Estrada, A. (1989). Vida de María Sabina: la sabia
de los hongos. Siglo xxi.
Gordon Wasson, R., Hofmann, A., & Puck, A. (1980). El
camino a Eleusis: una solución al enigma de los misterios. Ciudad del
México: Fondo de Cultura Económica.
Guzmán, G. (2016). Las relaciones de los hongos sagrados con
el hombre a través del tiempo. In Anales de Antropología (Vol.
50, pp. 134-147).
Ramírez, G. P., Sánchez, D. L. P., Hernández, M. H., &
Ramírez, R. R. (2020). Revisión histórica de los hongos psilocibios. Educación
y Salud Boletín Científico Instituto de Ciencias de la Salud Universidad
Autónoma del Estado de Hidalgo, 8(16), 174-186.
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