¿Qué es la ecolingüística?

Cada cultura tiene su propia visión de la naturaleza, su propia interpretación de lo que está hecho el mundo. Por ejemplo, en la comunidad Comanche en Estados Unidos (así como en muchas otras comunidades indígenas) existe un vínculo de parentesco que conecta a los humanos con todo lo que existe, con los animales, las plantas e incluso con la misma materia de la que están hechas las estrellas, ya que todos tenemos un origen común.

En nuestras sociedades industriales, en contraste, la naturaleza se entiende principalmente por su utilidad: para nosotros la naturaleza no es exactamente naturaleza, sino sobre todo un conjunto de "recursos naturales". De manera similar, los ecosistemas no son exactamente ecosistemas, sino sobre todo un conjunto de "servicios ecosistémicos" de los que nos beneficiamos.

¿Qué es la naturaleza? ¿Es nuestro pariente o es un recurso? Sin duda, las respuestas dadas a esta pregunta dan forma al trato que se le da a la naturaleza y cómo cada sociedad se siente conectada a ella o bien intenta separarse de ella. El lenguaje juega un papel fundamental en esto, porque es a través de las palabras que daremos una respuesta específica a esta pregunta. En otras palabras, es a través del lenguaje que nombraremos el mundo para interactuar con él colectivamente. Acordamos lo que es real a través de las palabras que usamos colectivamente.

Desde hace más de dos décadas, está surgiendo un nuevo campo de estudio dentro de la lingüística. Para los principiantes, la ecolingüística podría parecer un concepto difícil de entender: se trata de lenguaje y también se trata de ecología, dos esferas de la vida que de otro modo parecerían bastante independientes entre sí.

La ecolingüística se puede entender desde varios ángulos. En primer lugar, se trata de entender cómo los discursos cotidianos de la cultura occidental (en medios de comunicación, política, publicidad, educación, entre otros) dan forma a la manera en que colectivamente pensamos y tratamos el mundo natural: animales, plantas y la Tierra.

La investigación ecolingüística ha podido mostrar cómo ciertos paradigmas discursivos, como el paradigma del crecimiento económico, llevan a destruir el mundo natural, el mismo entorno en el que dependemos para nuestro sustento, al pensar que es simplemente un objeto inerte que se puede explotar. Esto sucede principalmente porque el discurso de la teoría económica se centra en conceptos como 'utilidad individual', 'consumidor', 'extracción', etc. que implican que los humanos son independientes de su entorno y establece la idea antropocéntrica de que la naturaleza existe solo para ser explotada para fines humanos.

Este es también el caso de los discursos publicitarios que constantemente fomentan el consumo de bienes innecesarios y producidos industrialmente, que dependen de la minimización de costos, lo que a fin de cuentas los lleva a contaminar y maltratar el mundo natural, de maneras como la contaminación plástica planetaria o la deforestación tropical para transformarla en monocultivos intensivos.

El punto principal de la ecolingüística es que en la cultura occidental hacemos colectivamente las cosas que hacemos porque aceptamos explícita o implícitamente ciertas creencias sobre el mundo (y las reproducimos y reforzamos a través del lenguaje): que de alguna manera estamos separados y somos superiores a otros seres vivos, que tenemos derecho a explotar otros seres vivos y que el bienestar de otros seres vivos no es un asunto de preocupación ética. Otras creencias muy arraigadas incluyen la idea de que los humanos son los únicos seres que tienen una psique o mente; la idea de que el razonamiento es independiente de la emoción; la idea de que la naturaleza humana es egoísta, competitiva y codiciosa.

Referencias

Stibbe, A. (2015). Ecolinguistics: Language, ecology and the stories we live by. Routledge.


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